Reflexiones de una ex alumna Waldorf sobre trabajos artísticos para niños mayores y/o jóvenes.
En mi opinión, a los niños les tenemos que seguir mostrando que somos guías e instructores para que ellos mismos “se descubran” en una u otra técnica, material o temática. Necesitan algo en qué y con quién apoyarse, (por mucho que critiquen todo y quieran ser “libres”). Soy consciente de que el tiempo es limitado en la Escuela y no podemos brindarles una formación artística, aún más si nosotros mismos no necesariamente nos movemos con mucha soltura en estos campos. Pero quiero animarles, (igual que se ha hecho en una primera clase cuando ellos todavía no sabían escribir), a ponerles como tarea una búsqueda seria para plasmar lo vivido o escuchado en un dibujo. Y no sólo decorativo, no: ¡un dibujo que exprese la esencia del objeto!
Y ahí estamos nosotros, para ofrecerles diferentes técnicas, materiales y maneras.
Yo misma, durante mi educación Waldorf del 1970-1984 tuve la suerte de contar con talleres bien equipados, de materiales y herramientas de primera y maestros muy dedicados a su materia. Sin embargo, en este tiempo la gente estaba mucho más cerrada que hoy; se repetía lo que había propuesto R. Steiner en su día. Pero, mirando ahora atrás como maestra Waldorf, opino que varias cosas dadas por Steiner han sido indicaciones seguramente para casos y situaciones especiales. Nombro como ejemplo el lasurado en acuarela y la técnica del rayado que he empleado en los tutoriales nº76 y 77. Ambos nos exigen una absoluta concentración y un “contenernos” y no plasmar de golpe. Eso para mí es terapéutico, pero no necesariamente indicado ni para todo un periodo, ¡ni mucho menos para todo un grupo! Bien es verdad que este “contenerse” puede frenar sanamente al alumno impulsivo o, por lo contrario, animar al miedoso. ¡Pero he aquí lo terapéutico!
El rayado lo he ofrecido aquí, y también dibujo con las ceras, muchas veces con sumo cuidado, haciendo crecer el mismo dibujo capa por capa muy fina. Eso, en su manera singular, también es muy valioso como terapia, pero a veces no está indicado para la totalidad de la clase.
Entonces: ¿en qué me oriento? Os preguntaréis.
Mi respuesta: orientaros en todo lo que tengáis a vuestro alcance. No os cerréis o penséis que Steiner no lo mencionó y, por consiguiente, no lo puedo hacer con mis alumnos. ¡No! Justo esa es la (única) crítica que tengo yo como ex-alumna: no estar cerrado, animar a los alumnos a experimentar, ¡porque lo harán con toda su alma!
Por eso, con mi tutorial nº77, quiero dar una idea de cómo poder enfocar un trabajo:
Ofrezco en él tres maneras diferentes de dibujar el fruto del mango, fruto de forma sencilla para poder concentrarse al máximo en el trazo y en los colores. La primera, la técnica del rayado, de trazos cortos en una sola dirección, necesita la máxima concentración y disciplina, para no salirse de la dirección ni largo del trazo ni intensificarlo demasiado. La segunda es “liberadora”, una técnica más escultórica, donde la pauta es no parar con el lápiz en su movimiento circular. La tercera es más analítica: en ella se divide la totalidad de la forma en segmentos, según cómo percibimos su forma y sus colores. Es muy recomendable hacer los tres ejercicios; quizás añadir otros con otros materiales.
¿O qué opinas tú, cuál es tu experiencia y qué manera es tu favorita?